Las niñas la cara invisible del espectro autista
La detección del autismo en ellas es mucho más compleja que en los niños.
Mi hija juega con sus amigas lo único es que lleva mal esperar su turno porque no entiende las normas del juego», «la niña es sociable lo que pasa es que no tiene mucha suerte con los amigos»…. Estos son algunos comentarios que escuchan los especialistas del servicio cuando un familiar se acerca al Servicio de Neurorehabilitación Pediátrica del Hospital Vithas Nisa Virgen del Consuelo para conseguir una valoración de su hija por «problemas de conducta».
Se calcula que en la actualidad hay cuatro niños afectados de autismo por cada niña. Según explica Noemí Velamazán, neuropsicóloga de NEURORHB, «la detección en niñas es mucho más compleja, dado que estas presentan mayores capacidades sociales y una mejor capacidad para camuflar sus dificultades de conexión social, lo que las hace pasar desapercibidas, o hace que se confunda el diagnóstico».
«Es más, -puntualiza Velamazán-, la principal diferencia radica en que estas realizan esfuerzos, en algunos casos inconscientes, por disimular conductas típicas del trastorno y presentar menos conductas estereotipadas y no poseer intereses inusuales. También, hay que tener en cuenta que el juego en chicas con trastorno del espectro autista (TEA) puede ser más imaginativo que el de los chicos, por lo que hay que profundizar en si este es simbólico o solo es funcional, si existe la suficiente flexibilidad como para aceptar cambios en el juego o si acepta un juego con sistema de turnos». Todo ello hace que el diagnóstico en niñas se produzca en una edad mucho más tardía que en niños y que en muchas ocasiones lleve a un diagnóstico erróneo como trastorno de ansiedad social, depresión, trastorno obsesivo, trastornos de la conducta alimentaria, etc.
A día de hoy sabemos que alrededor de los 6 años las chicas TEA pueden comenzar a esconder y controlar las conductas repetitivas y estereotipadas, por lo que puede parecer que no las posean. «La llamada de atención», según señala Laura Gómez, coordinadora de NEURORHB en el Hospital Vithas Nisa Virgen del Consuelo, «aparece cuando nos encontramos ante niñas que presentan diferentes actitudes en las relaciones sociales, pero que en todos los casos están desajustadas de la norma como por ejemplo niñas con escasa iniciativa social, escasa espontaneidad en la comunicación o aislamiento del grupo de iguales; niñas con desinhibición social caracterizada por un desconocimiento de los niveles de intimidad (por ejemplo, contar secretos a desconocidos o realizar preguntas que invaden la intimidad del otro) o niñas que aparentemente se relacionan con normalidad pero que presentan dificultades para intimar, mostrar complicidad social o ser versátiles en grupos diferentes al habitual y es ahí cuando, normalmente alertados por los profesores de sus centros escolares,acuden a nuestro servicio para ver qué le pasa a su hijo».
Lo que recomiendan, en este caso, a los padres desde NEURORHB es que observen si sus hijas:
- Buscan lugares tranquilos y aislados en los recreos escolares o en situaciones sociales.
- Presentan crisis de ansiedad o llanto de forma constante en situaciones no comprensibles para el resto.
- Imitan a su grupo de iguales de forma mecánica y poco espontánea.
- Parecen ser egocéntricas, esto es, que quieren dirigir el juego como requisito para jugar, o a las que cuesta hacer cambiar de opinión, que desarrollan amistades exclusivas y excluyentes, y que se obsesionan con otros niños o niñas.
- Juegan con muñecos u objetos simbólicos como comida, pero en realidad más que jugar se centran en organizar el juego, preparar la escena y ordenar los objetos.
- Son excesivamente inocentes o complacientes.
- No entienden las bromas de su grupo de iguales y con frecuencia son víctimas de las mismas.
- Se relacionan de manera dependiente con adultos o niños.
- En las redes sociales se muestran demasiado ingenuas, realizan comentarios que, de manera inconsciente, pueden llegar a ridiculizar a otros o se aíslan virtualmente de su grupo de iguales.
Los padres son la fuente inicial de información, aunque, según puntualiza la coordinadora, «para nosotros es primordial atender a la niña de forma individual para conocerla y valorarla directamente, ya que la información en primera persona es la fuente de mayor valor cualitativo. Por tanto, es esencial que seamos conscientes de las diferencias que puede haber entre sexos en el Trastorno de Espectro Autista y estar atentos a las características que presentan estas niñas y adolescentes, con el objetivo de que puedan ser correctamente diagnosticadas, haciéndolas así visibles y pudiendo, de este modo, comprenderlas y ayudarlas».
Artículo publicado el 06/01/2019 por https://www.abc.es.